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Pataki de Obatala: 

 

En un principio existían 16 Obatalá-Orún que se reunieron en uno solo para formar a Olorún por lo que es éste quien los representa. Esta unión se produjo en la tierra Irán-Yé o “tierra de la buena suerte”, la cual “es la parte más alta y caliente, donde se solidificaron las cosas todas”. 

Cuando Olordumare bajó al mundo, se hizo acompañar de su hijo Obatalá. Debajo del cielo sólo había agua y Olordumare le entregó a Obatalá un puñado de tierra metido en el carapacho de una babosa y una gallina. Obatalá echó la tierra formando un montículo en medio del mar y luego al colocar la gallina, ésta comenzó a escarbar la tierra esparciéndola y formando el mundo que conocemos.  

Aún cuando se sabe que fue Olofi el que hizo al hombre, en esta creación faltaba la cabeza y, por tanto, la dirección. Según la leyenda por encargo de Olorún, Odduddua le hizo la cabeza pero con sólo un ojo colocado en la frente, entonces continúo la obra Iba Ibo, agregándole la boca, la voz y la palabra, al reparar que sólo tenía un ojo, como él mismo, le abrió el otro. Cuando termino la obra Olorún sopló sobre el cuerpo del hombre y el corazón hizo “fuque- fuque”, y el primer hombre se movió. Dicen que Olofi expresó “Aquí queda mi omo, mi heredero, Ologún, el mundo, para que lo respeten y obedezcan. Que todos lo hagan Odubade”.  Es, por tanto, considerado Obatalá (a través de Olorún, quien lo representa) el escultor del ser humano. Es el dueño, como creador y regidor, de todas las partes blancas del cuerpo, de la cabeza y de los pensamientos. Creó todo cuanto hay blanco en el ser humano: los senos, la dentadura (se dice que los albinos son los hijos legítimos de este orisha). Es Dios amigo de la paz, la armonía y la recta conducta.  

Cuando un orisha no se calma (lo cual sucede a menudo con Changó) se debe de postrar delante de la imagen de Obatalá e invocarle para pedirle la calma, la paz, Obatalá logra calmar no sólo a Changó, sino al propio Oggún.  

Según los conocedores de las leyendas de la Regla de Ocha, a pesar de su gran sentido de justicia, Obatalá tiene muy consentidos a Changó, Elegguá y a los Ibedyi. Los muchachos y Elegguá hacen uso con el de sus juegos y picardías, con Changó, llega un momento en el que no se entromete en sus asuntos.   

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